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Neonazis en el Perú

Jaris Mujica nos aclara ciertos conceptos y procesos que pueden aportar a la comprensión de los grupos que se autodenominan neonazis en nuestro país.

  • Jaris Mujica
    Antropólogo y docente del Departamento de Ciencias Sociales

Para ubicarnos un poco, cuéntanos brevemente en qué consistía el planteamiento político ideológico nazi.

El Partido Nacional Socialista Obrero Alemán (Partido Nazi), fundado hacia fines de la década de los 20 bajo la figura de Adolfo Hitler, tenía varios principios. De un lado, la conservación de la pureza de la nación, la cual fue definida en términos de raza. De otro lado, la referencia constante (e idealizada) a la nacionalidad germánica. Con ellos erigieron una especie de ecuación entre el lugar de donde vienen las personas (la Germania) y la estructura racial, y, así, imaginaron una comunidad cerrada y aria donde habitaba una supuesta «pureza» racial, fenotípica y territorial.

Para estas personas resultaba imperativo expulsar a todo aquello que no fuera germano y ario, pues lo consideraban impuro. Esta xenofobia se tradujo en diversas acciones políticas, por ejemplo, en la separación de colegios: unos para niños arios y otros para niños no arios. Luego, se tradujo en políticas de separación mucho más radicales que terminaron en lo que se llamó la lamentable «solución final»: el exterminio de millones de personas (judíos, homosexuales, gitanos, negros, deficientes mentales, etc.) en campos de concentración.

Ahora bien, el discurso general frente a los nazis tiende a describirlos como locos y, sin embargo, el verdadero horror es que fueron sujetos que elaboraron sus teorías como producto de una interpretación de las teorías racionalistas de la ilustración de los siglos XIX y XX. El real problema de los campos de exterminio es que utilizaron la razón ilustrada de la manera más radical posible.

¿Y qué representan las organizaciones neonazis de la actualidad? ¿En qué nivel se vinculan con lo esgrimido por el nazismo alemán de los años 30?

A estos grupos se les asocia con la figura de Hitler y, en efecto, hay una suerte de reivindicación de la figura hitleriana y del nazismo pero, como todo en la vida, se reinterpreta y reinventa. En estos nuevos casos, esta reinvención no adopta un criterio racial necesariamente, pues no se habla de pureza en esos términos. Lo que vemos es más bien una reivindicación del imperio (español, inca, cualquiera…), es decir, de clase. Se postula una suerte de aristocracia primigenia, de sociedad que privilegia a las personas ilustradas.

De hecho, el centro del discurso de los neonazis locales no es la raza, sino una reivindicación de ciertas estructuras políticas, mesiánicas, clásicas, aristocráticas, monárquicas. El hecho de que estos grupos reivindiquen ciertos símbolos y figuras nazis no quiere decir que asuman al pie de la letra todo el «mandato nazi».

¿Qué representan entonces estos discursos en el contexto local actual?

Las narrativas de los neonazis -como todo después de la modernidad industrial o posmodernidad- son una especie de «arroz con mango». Los grupos de los que estamos hablando, si bien reivindican algunas de estas figuras nazis, lo hacen readecuándolas a su propio contexto, lo cual ocurre todo el tiempo con distintas figuras: uno va por la calle y encuentra a muchas personas (o bandas de música como Stone Temple Pilots) con polos con la imagen clásica del Che Guevara. Estos sujetos están haciendo lo mismo, aunque, claro, salvando las distancias entre una y otra figura.

A lo que me refiero es a que en ambos casos se está utilizando la misma estrategia simbólica: están tomando sujetos simbólicos elementales de los últimos 60 años y trayéndolos a escenas coyunturales actuales. Hay que entender que asumir los símbolos no significa asumirlos absolutamente en el contexto en que fueron producidos, lo cual, claro, no le resta importancia al fenómeno: estos grupos, si bien reivindican la figura de Hitler y del nacional socialismo, no reivindican toda la carga que implican. Una de las cosas que no están reivindicando los grupos más conocidos, por lo menos no de forma explícita, es el tema racial.

¿Si no reivindican únicamente el tema racial, cuál es el centro de su propuesta?

Como decía, se trata de una reivindicación del imperio, de las élites, de la aristocracia. En nuestro país, el discurso de clase ha sido asociado a un discurso étnico, es decir, cuanto más rico eres, más blanco eres; y cuanto menos rico, menos blanco. Entonces, parece ser -por correlación- que estos grupos, al reivindicar el discurso aristocrático de élite, del gran imperio, de los espíritus elevados e ilustrados, están elevando también con ello la figura étnica asociada a esta clase: el blanco.

Por esto es que aparece una cuestión muy particular en sus discursos: la reivindicación de la aristocracia española, es decir, de su hispanidad. Están acomodando el discurso pero no para reivindicar directamente una raza, sino para reivindicar un pasado señorial imperial idealizado.

¿Qué significa «el imperio» en este planteamiento?

«El imperio», en un momento como el actual en el que se propone que la democracia es la única posibilidad de construir política, aparece como una posibilidad de negación de ese modelo, de la igualdad política de todos. Esta igualdad es señalada como falaz por estos grupos neonazis.

Estos grupos, ante el modelo contemporáneo de igualdad entre todos, proponen el regreso al imperio. Este modelo implica también una reivindicación de la forma clásica de la familia tradicional, es decir, heterosexual, monogámica y de mandato reproductivo. Todo lo que no encaje en este modelo es percibido como anormal, maligno, dañino o anti-nación. ¿Qué hay detrás de este planteamiento? Un discurso de nación reinventado con categorías de los años treinta a la luz de cambios históricos evidentes. Están tratando de inventar en el espacio peruano una suerte de figura germana-aria pero en términos propios: en lugar de lo germano, inventan esta nación peruana como unidad clásica imperial; en vez de lo ario, hablan de lo hispano-elitista-aristocrático.

Entrevista: Pablo Torrejón
Foto: Guadalupe Pardo

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