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Noticia

Bosques primarios y el riesgo de la deforestación

La selva corre peligro. Se calcula que treinta especies animales dependen de cada árbol grande talado en la Amazonía. La Dra. Ana Sabogal, docente de la sección de Geografía y Medio Ambiente del Departamento de Humanidades de la PUCP, explica el impacto ambiental que genera la deforestación.

  • Texto:
    Eduardo Alcántara
  • Fotografía:
    Yanina Patricio

Los bosques primarios en el Perú cubren el 52 % del territorio nacional. Estas son zonas donde la biodiversidad y el proceso de evolución del ecosistema no han sido alterados por el uso humano. Aunque algunos científicos señalan que no existen bosques primarios (porque de alguna manera todos los bosques han sido alterados) el Perú tiene la ventaja de tener bosques que todavía están en buen estado de conservación.

Sin embargo, la amenaza llamada deforestación avanza rápidamente depredando más de 150.000 hectáreas al año en la Amazonía, (según datos de los ministerios de Agricultura y del Ambiente), una cifra bastante alarmante si se toma en cuenta que estos espacios se vuelven infértiles tras la tala indiscriminada de árboles.

“Un bosque primario tiene plantas que han crecido de manera natural. Si se depredan, los bosques quedarían en desuso y no habría ecosistema natural, y en su lugar se formaría un bosque secundario de muchísimo menor calidad, con una vegetación secundaria a base de arbustos y algunos árboles. El impacto ambiental es grande”, explica la Dra. Ana Sabogal, docente de la sección de Geografía y Medio Ambiente del Departamento de Humanidades de la PUCP y coordinadora del grupo de Bosques y Reforestación del INTE.

Además de la poca fertilidad natural de las tierras de la selva, la preservación de esta zona depende muchísimo de la renovación del ecosistema con las plantas existentes. Es decir, una vez que muere la planta, automáticamente es degradada y convertida en parte del suelo que va a nutrir a las siguientes plantas.

“Pero el proceso es tan rápido y llueve mucho en esa zona, que se pierde el suelo con facilidad. Por lo tanto llegamos a un punto en que tenemos no solamente áreas sin bosques, sino también sin vegetación”, añade la especialista.

Salvemos los bosques

La Ley Forestal y de Fauna Silvestre 27308 señala que los bosques primarios no pueden ser utilizados con fines agropecuarios u otras actividades que afecten su dosel vegetal. Sin embargo, bajo el Reglamento de Clasificación de Tierras por Capacidad de Uso Mayor, el Ministerio de Agricultura puede otorgar el permiso para la tala de bosques.

“El ministerio de Agricultura cuenta con un área que protege las zonas naturales, pero la responsabilidad también le pertenece al Sernamp, del Ministerio de Ambiente (Minam). Por lo tanto, las áreas protegidas por el Estado son prioridad del Minam, mientras que las áreas naturales no protegidas, pertenecen al Ministerio de Agricultura. Uno de los grandes problemas no es tanto la legislación para áreas protegidas -casi el 17% de nuestro territorio está bajo protección legal- sino cómo cuidar esos espacios”, señala Sabogal, quien también es docente de la Maestría en Desarrollo Ambiental.

En la selva normalmente se utiliza la técnica «roza, tumba y quema», que arrasa con los árboles y luego se migra a sembrar en otra zona. Los suelos son poco profundos, poco fértiles y muy ácidos, y eso hace que haya una migración rápida. Luego de la plantación de palmas aceiteras (un cultivo utilizado luego como combustible) muy difícilmente esas tierras vuelven a servir.

“En los bosques primarios no se debe plantar palmas aceiteras porque no es parte del ecosistema, es como llevar un perro pequinés a vivir a un zoológico. Es ajeno al ambiente. Es un monocultivo, es decir, crece en un determinado sitio, y se puede cultivar en una zona donde ya existe agricultura”, indica.

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