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Noticia

Billetera móvil y el cambio de las pequeñas economías

El dinero electrónico permite hacer transacciones sin cargar dinero en efectivo, solamente necesitas tu teléfono. La Dra. Janina León nos explica la viabilidad y necesidad de esta propuesta es viable, y qué retos debe superar para aportar a la economía del país.

  • Texto:
    Solange Avila
  • Fotografía:
    Roberto Rojas
  • Fotografía:
    Solange Avila

Para tener tu billetera móvil (Bim) en el sistema bancario, solo necesitas tener un teléfono. Luego puedes acercarte a cualquier banco o institución financiera, así no seas cliente, para depositar o recargar el dinero que necesites. Un gran acierto de esta aplicación es que no requiere un teléfono complejo, gracias al soporte tecnológico que se ha desarrollado.

La transacción sencilla para el cliente tiene detrás toda una plataforma tecnológica, lo que demandó esfuerzos especiales de Erickson y Osiptel. El aporte bancario viene de parte de la Superintendencia, el MEF y el Banco Central, que tienen la responsabilidad de salvaguardar el dinero de las personas durante las transacciones. Este servicio, además de incorporar a los bancos, incluye a las instituciones de microfinanzas formales, como las cajas municipales, cajas rurales, pymes y financieras.

Un gran público a conquistar

Para muchos, la mejor manera de no cargar con efectivo es pagar con una tarjeta de crédito o débito y resulta extraño contar con otra modalidad de disponer de dinero virtual. Pero precisamente Bim no se ha pensado para aquellos clientes típicamente urbanos y de ingreso medio alto, que ya tienen una tarjeta, sino para otros más pequeños, que mueven muy poco dinero en sus transacciones. “Bim es un esfuerzo por acercar a estas personas al sistema financiero, y demostrarles que hacer transacciones con los bancos y usar dinero de manera más formal no es malo”, explica León.

“Lo ideal es que se inserte la población menos involucrada financieramente”, aclara la doctora. Esta preocupación se debe a que las microfinanzas se han desarrollado notablemente, no obstante, apenas el 30% de la población adulta tiene cuenta bancaria. “Si la población sigue moviendo su dinero en efectivo y no hace transacciones de mayor escala, no se puede sostener un mayor crecimiento de la producción”, agrega.

“Sin embargo, estas personas no han descartado esta posibilidad por falta de información o educación. Hay una razón más profunda: la aversión al riesgo. Tienen tan poco dinero que no se arriesgarían”, justifica la docente. Por eso persisten los canales informales de financiamiento: amigos, parientes, prestamistas. El desafío está en convencerlos poco a poco y desmitificar la idea negativa de la banca, eso explica porque se trabaja con montos pequeños. Entonces, cuando los usuarios necesitan transacciones mayores a los S/. 999, en vez de seguir usando Bim, abrirán cuentas de ahorro o depósito.

Para León, habría sido ideal que este plan partiera como una política económica y financiera del propio gobierno, pero es una gran iniciativa de la banca. “Lo importante es que lleguemos a esa población porque está demostrado que a mayor incorporación de la población en el sistema financiero, mayor es el crecimiento económico”, indica.

Los obstáculos a superar

De acuerdo con las estadísticas de Osiptel y de INEI, tenemos más del 100% de penetración telefónica. «Pese a ello, el promedio es engañoso y hay gente que no tiene equipo, probablemente el público al que debemos llegar», señala. Por eso, la docente recomienda que se den facilidades para que todo el público objetivo tenga un teléfono celular y sepa utilizarlo.

También hay críticas sobre el costo por transacción de Bim. Si bien para algunos S/. 0.50 no es una gran suma, esta es una cantidad alta en proporción al monto regular que moviliza este público objetivo. “Quizá pudo trabajarse con el porcentaje de una tasa, pero recordemos que es un producto diseñado por el sector privado, por tanto no es gratis. Lo positivo del costo es que trasmite el mensaje de que todo en el mercado tiene un precio”, opina León. Para la docente, esta es una manera viable de mantener el sistema, porque si se sustenta con subsidios, podría desaparecer con el gobierno de turno y este es un instrumento valioso que debe perdurar.

Por otro lado, existe el riesgo de que si Bim se difunde con éxito, podríamos tener problemas inflacionarios. León explica que este se debe a que cuanto más rápido se mueve el dinero, más transacciones se realizan y no hay más producción que las respalde. Peor cuando la producción peruana está cayendo. De todos modos, hay medidas para frenar esta posible inflación. Por ejemplo, el tamaño de la transacción no puede ser tan grande, porque eso generaría una creación de dinero virtual y más producción que lo respalde.

El potencial aporte del Estado

Aunque el Estado ha perdido una gran oportunidad de aplicar esta política, León piensa que aún podría ayudar a mejorar este servicio a través de sus empresas públicas. Por un lado, Serpost, presente en todo el país, podría ayudar como cajero corresponsal en las zonas más alejadas. Del mismo modo, el Banco de la Nacióntambién puede colaborar, porque es responsable de pagar a todos los profesores y policías del país.

Asimismo, el Estado debería brindar garantías para asegurar el dinero de los usuarios de Bim. “Se supone que la Superintendencia está avalando este sistema, entonces debería extender esta protección al consumidor”, opina la docente y agrega, “habrá mucha discusión porque estos son objetivos de política resueltas por el sector privado”.

Para el buen funcionamiento de este servicio, León considera que es indispensable la buena relación del gobierno con la banca privada y que aquel tenga la capacidad de decir qué se puede hacer con el producto, pues era su responsabilidad. “Esperamos que el gobierno haya previsto mecanismos para que este servicio, socialmente valioso, proteja a los clientes cuando haya situaciones de conflicto o robos. Así, los clientes más pequeños estarán convencidos de acercarse”, concluye.

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