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“Todas las religiones tienen grupos fundamentalistas que se creen poseedores de la verdad"

El lunes 6 de abril tuvo lugar la charla «El fanatismo en el futuro», la primera de las actividades programadas dentro del ciclo «Conversaciones sobre el futuro», organizado por el Centro de Estudios Filosóficos de la PUCP y el Goethe-Institut. En esta primera reunión, participaron Jorge Bruce, Miguel Giusti, Víctor J. Krebs y Liuba Kogan. Conversamos con la última sobre el fanatismo, el fundamentalismo y qué rol jugará la educación para evitar la generación de nuevos grupos radicales.

  • Liuba Kogan
    Socióloga y doctora en Antropología por la PUCP. Profesora principal, presidenta del Fondo Editorial e investigadora del Centro de Investigación de la Universidad del Pacífico.
  • Texto:
    Luis Yáñez
  • Fotografía:
    Roberto Rojas

Desde de un punto de vista antropológico, ¿cómo podemos definir al fanatismo?

Tenemos que partir por establecer las diferencias entre un fanático y un fundamentalista. El fundamentalista se cree poseedor de la verdad y es inflexible con su pensamiento. Por lo tanto, no está dispuesto a pensar que se puede equivocar ni es capaz de reírse de sus propias ideas ni de retractarse. Es incapaz del diálogo y considera que el otro es el enemigo o que está equivocado.

En cambio, el fanático es una persona apasionada por un tema en particular al cual le dedica tiempo y dinero pero que no dedica toda su vida a este afán: también estudia, pasa tiempo con la familia, se divierte. Su fanatismo no lo lleva a ser intolerante con los demás; si no compartes sus simpatías,  puede considerarte un adversario pero no un enemigo.

¿Considera que el fanatismo es una conducta que se genera por una baja autoestima?

Puede ocurrir que el fanático compensa algunas carencias emocionales con su fanatismo, que implica dominar un tema y conocerlo hasta convertirse en un experto. Si eres fanático de los Beatles, sabrás todo sobre su vida y su música y lo demostrarás a la hora de dialogar con otros. Y eso de repente llena sus vidas. En el caso del fundamentalista, hay una carencia mucho más fuerte porque siente que la sociedad no lo reconoce y entra a estos movimientos radicales que le dicen quién es, qué debe valorar y qué debe hacer. Pasa a ser alguien “importante” en este grupo que le da un papel a jugar y un objetivo de vida.

¿Qué lleva a que un fanatismo, que puede considerarse un pasatiempo saludable, se convierta en un acto violento, como suele ocurrir en encuentros deportivos?

Allí surge el factor de masas. Una persona apasionada por el fútbol, cuando va a la barra de un estadio, pierde su individualidad y le aflora esta pulsión destructiva. El comportamiento de masas es muy diferente al comportamiento individual: al estar camuflado entre otros en un ambiente de alta tensión, puede romperlas barreras de contención que normalmente tendría cuando está solo.

¿Qué implica la aparición de un grupo fundamentalista?

Los fundamentalismos surgen como respuesta a un sentimiento de marginación y a una falta de contención en el mundo en el que se vive. Quienes ingresan a estos grupos se sienten de alguna manera fuera del sistema y creen que su vida no tiene sentido y que nunca van a tener poder. Lo que les ofrecen estas agrupaciones es precisamente eso: una institución con una doctrina que les dijera qué deben ser y cómo deben hacerlo.

Desde occidente, se cuestiona el accionar de grupos fundamentalistas violentos del Medio Oriente (como el Estado Islámico o Al Qaeda), pero no se cuestiona que de este lado del planeta también hay grupos de fanatismo religioso extremo que podrían llegar a los mismos abusos.

Todas las religiones tienen grupos fundamentalistas que llevan al extremo sus textos fundacionales y se creen poseedores de la verdad. Por lo tanto, quienes no viven bajo estas consignas, son considerados pecadores y en aras de la defensa de su verdad, son capaces de usar la violencia. Nosotros también hemos tenido grupos terroristas como Sendero Luminoso o el MRTA pero ahora vemos de manera muy dramática el surgimiento de grupos terroristas internacionales como ISIS o Al Qaeda, que son un grupo reducido de personas, no es el grueso de la población musulmana.

A veces esta defensa desmedida de una creencia no está tan cimentada como uno cree…

Hay fundamentalistas que son tremendamente creyentes pero también hemos visto a otros que, siendo cristianos, son pedófilos o tienen amantes.  No todos los fundamentalistas son creyentes ni todos son violentos. El Islam no plantea la violencia como algunos creen; son interpretaciones de algunos grupos que se agarran de esto para justificar sus acciones.

Ud. mencionó en la conferencia que “las sociedades están creando fundamentalistas”. ¿De qué manera lo están haciendo?

Las sociedades -occidentales y musulmanes o árabes- están creando sus fundamentalistas porque hay mucha gente que se siente fuera de los sistemas. Hay autores que piensan que va a haber una guerra de civilizaciones, pero yo no creo eso. Lo que pasa es que hay gente secularizada en muchos países musulmanes árabes y hay fundamentalistas en Occidente. El problema no es el fundamentalismo entre culturas diferentes, sino que las sociedades están creando personas fundamentalistas que se enfrentan a otros fundamentalismos.

¿Y cuál sería el antídoto frente a estos fundamentalismos?

Yo creo que está en la educación. Y no me refiero a acumular conocimientos, sino a la capacidad de desarrollar sensibilidades, controlar emociones y generar empatía con los otros. Las escuelas ya están cambiando y con las nuevas tecnologías lo harán mucho más. Tendrán un papel muy importante en la enseñanza de la tolerancia y la convivencia. Este cambio no es tan fácil porque implica desaprender muchas cosas, mirarse a uno mismo y lidiar con sus propios fantasmas.

¿Y cómo ve el futuro del fundamentalismo?

Creo que por ahora los terroristas fundamentalistas están ganando la guerra mediática. Emplean los medios de comunicación para hacerse notar, generar terror y reclutar a jóvenes de todo el mundo. Hay estudios que muestran como ISIS está empleando la misma gráfica que utiliza Occidente para convencer a los jóvenes a enrolarse, con discursos que tienen que ver muy poco con una ideología y que ofrecen poder y una vida bella. Frente a ello, los países occidentales o musulmanes moderados deberían desarrollar estrategias que hagan frente a este tipo de cuestiones. Por ejemplo, podrían construir perfiles de potenciales terroristas, analizar quiénes son, qué edades tienen, por qué son captados y trabajar con ellos.

Revisa la programación de los Lunes filosóficos: Conversaciones sobre el futuro

El Perfil

Nombre: Liuba Kogan

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