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"Ninguno de los candidatos es el que la élite quería"

Entramos en una etapa decisiva en el proceso electoral. De este se ha dicho que ha sido uno de los más disputados de nuestra historia republicana. Presentamos aquí la entrevista que sobre este tema le hicimos a Carlos Contreras.

  • Carlos Contreras
    Docente del Departamento de Economía

¿Cómo serán recordadas estas elecciones en el futuro?

Depende mucho de cómo acaben. Varias de las elecciones más disputadas en el Perú han terminado con golpes militares. Por ejemplo, la de Billinghurst y Aspíllaga, en 1912, fue una elección muy violenta que casi no se da, pues los partidarios de Billinghurst, alegando maniobras del partido gobernante para evitar su triunfo, toman las mesas. El Congreso proclama a Billinghurst, lo cual no era la vía normal de proclamación de un presidente, y un año y medio después, el Ejército da un golpe de Estado.

¿Qué caracterizó a esta contienda?

Es el primer momento de grandes movilizaciones callejeras, y Billinghurst logra convocarlas. En esa época, las movilizaciones eran lo que hoy son las encuestas: una pulsión de fuerzas entre los candidatos.

¿Qué intereses representaban Billinghurst y Aspíllaga?

Billinghurst era un empresario salitrero tarapaqueño, venía del bloque pierolista, aunque había renunciado al partido y decidió lanzarse como independiente. El partido pierolista representaba el bloque antioligárquico. El partido gobernante, el Partido Civil, presentó a Antero Aspíllaga, un hacendado azucarero. Estas elecciones escenificaron la pugna entre un candidato que representaba la continuidad en el modelo y otro que representaba una alternativa de cambio.

La clásica disyuntiva entre continuismo y cambio…

Aspíllaga representaba a los que decían: «Si nos ha ido tan bien con el sistema que hemos tenido, ¿para qué lo vamos a cambiar?»; Billinghurst, a los que creían que este crecimiento económico estaba dejando a mucha gente fuera y sin ninguna posibilidad de inclusión. Para romper esa muralla que separa a estos dos perús, se requiere una reforma fiscal.

En 1931, Sánchez Cerro y Haya de la Torre protagonizaron una elección muy reñida también.

Que ganó Sánchez Cerro por un corto margen. Teníamos a un militar retirado con grado de comandante que se enfrentaba al joven Haya de la Torre. Ambos tenían mucha llegada a las clases populares, pero no la simpatía de la oligarquía. Los dos eran provincianos.

¿Cómo eran las manifestaciones en aquella época?

Haya de la Torre hizo un mitin en la Plaza de Acho y la llenó. Esa manifestación sirvió para mostrar los músculos a una oligarquía que temblaba ante la posibilidad de un gobierno del Apra, que parecía un programa muy radical. Sánchez Cerro movilizó a mucha gente también. Tenía una política de apoyo social populista, además de un estilo de identificarse con prendas simbólicas, como el pañuelo blanco o las camisas negras. Es elegido Sánchez Cerro y asesinado un año después.

¿Qué sucedió en 1962?

Había tres candidatos: Haya de la Torre; Fernando Belaúnde, el joven arquitecto con un programa renovador; y el general Odría, que buscaba la continuidad del proyecto exportador. Al final, empatan Haya y Belaúnde. Fue el Ejército el que zanjó el empate, interrumpió el conteo y abortó las elecciones.

En 1962, la Plaza San Martín se convierte en un símbolo: había que llenarla para ganar.

¿Qué nos dicen estas elecciones  tan disputadas sobre nuestra sociedad?

Que existe una división de la clase alta. En 1912 era claro que había una nueva élite de negocios enfrentada a la vieja élite. La elección muestra la división de la clase dominante. El sistema legal, político y electoral está hecho para que las élites puedan controlar el proceso. Cuando, a pesar de ello, hay incertidumbre y no se puede manejar quién va a ganar, es porque la propia élite está partida. Esto suele ocurrir en momentos de fuerte crecimiento económico.

¿Eso está sucediendo ahora?

La élite está dividida. Ninguno de los candidatos es el que esta quería; estos han sido impuestos por el voto popular. En estas elecciones, vemos una división: la élite económica está con un candidato y la intelectual, con otro. Eso no es malo, así marcha la historia a través de divisiones y coaliciones.

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