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"La lectura va de la mano con la socialización"

Mucho se habla de las nuevas formas de lectura y de la inminente muerte del libro. Sin embargo, el especialista Didier Álvarez, quien nos visitó para dar el seminario La lectura en el mundo digital organizado por la Sección de Bibliotecología y Ciencia de la Información de la Facultad de Letras y Ciencias Humanas, propone un enfoque integrador en donde el libro y lo multimedia se unen para enriquecer la cosntrucción de sentido.

  • Didier Álvarez Zapata

Los hábitos cambian con la lectura digital. Se cambia a los libros por nuevas formas de lectura ¿cómo habría que afrontar este reto?

La representación que hemos hecho de los vínculos entre lo escrito y otras formas de constitución de sentido como lo audiovisual, lo multimedial o incluso lo sonoro en formas como la radio y la música, parece una relación de pugnacidad, de lucha, de confrontación. Pero hay otras formas de verla. Podríamos decir que el horizonte comprensivo de lectura, de construcción de sentido, se está articulando y transformando. Los análisis al respecto tienen algunos problemas. El primero es que se ve la forma pero no se ve el fondo. Tendemos a ver más el problema de cómo el fenómeno se manifiesta pero no las razones, las motivaciones y los sentidos que tiene ese fenómeno.

Por el otro lado, parece que se diera por sentado que hay superioridad de unas formas de construcción de significado sobre otras. El problema no es la forma, es el fondo. En este caso está en juego lo que siempre ha estado en juego en una sociedad: de manera individual o colectiva las personas somos capaces de construir sentidos y significados de la vida social del mundo y de nosotros mismos.

Siguiendo ese camino caemos en la segunda dificultad o barrera. Tendemos a confundir el problema de la lectura con lo que se lee. Tendríamos que partir de la idea de que el libro forma parte de los medios de comunicación, aunque ese enfoque incluso es problemático. Para ello, habría que recuperar la idea del libro y de lo escrito en general como proceso de comunicación. Pero, ahí viene el tercer punto en discordia. Estamos convencidos que el libro es superior a otros medios de comunicación y que leerlos tiene una prestancia social, un valor simbólico muy fuerte.

No necesariamente debemos preferir los enfoques de conflicto entre diferentes posibilidades de lectura, sino ver que se está dando una integración funcional y estructural de diferentes posibilidades.

Ante todo, debemos comprender la lectura como un proceso social de construcción de sentidos y significados que no necesariamente está determinado únicamente por el medio.

¿Cuáles son las potencialidades de la lectura digital con respecto a los libros?

Yo diría que va de la mano con la socialización. Toda práctica de lectura por más íntima que sea es social. Al leer me vinculo con otros que han visto el mundo de una manera y que lo escriben y lo leen. Pero, la gran potencialidad de los nuevos modos de lectura, que combinan todo, particularmente lo audiovisual y lo multimedia, es el poder de la socialización.

¿Con productos como el iPad o Google Books, se puede hablar de lectura digital?

En realidad sigue siendo una textualidad escrita. Recordemos no confundir la comunicación con el medio. En esos casos, la tecnología ayuda a que el medio se construya. El medio es el libro, que ahora tiene como soporte una tecnología diferente al papel, como bytes y pantallas. La lectura digital se basa en textualidades multimedia, se espera que haya una gran confluencia funcional de conveniencia entre lo estructural y lo audiovisual, entre texto imagen y sonido. La pregunta es ¿esa textualidad será capaz de permitir los profundos niveles de comprensión que permite lo escrito?

¿Cómo fue la experiencia de trabajar las funciones sociales en la biblioteca?

Queríamos decirle a las bibliotecas que se entiendan más como instituciones sociales. Las bibliotecas se han asumido como instituciones técnicas y han dejado de lado toda una dimensión de su trabajo. Una biblioteca se debe a procesos educativos, culturales e  incluso políticos. Por ejemplo, aquí en Perú se ha visto el desarrollo de bibliotecas populares e indígenas. Son bibliotecas que tienen un sentido claro de los procesos de uso del poder para dominar la vida colectiva. Por eso digo que la biblioteca tiene que enterarse que es una institución social.

En Colombia el concepto de biblioteca ha cambiado mucho…

Sí, hemos tenido la oportunidad de un desarrollo que nos llena de esperanza, sobre todo en las grandes ciudades como Bogotá, Medellín, Cali. Se han ido entendiendo las necesidades de apoyar proyectos bibliotecarios, como en Medellín con los parques biblioteca. Este es un concepto donde la biblioteca se incrusta en un área urbana intervenida para permitirle a la gente el acceso a diferentes servicios, con actividades de orden artístico y asuntos económicos y de organización de la comunidad. Además, tenemos la experiencia de Biblored en Bogotá, la red capital de bibliotecas públicas. Y la recientemente inaugurada biblioteca pública Julio Mario Santo Domingo, que es la más grande de América Latina.

¿Nos encontramos ante una crisis de la lectura?

No creo que haya una crisis. Hay un descentramiento del libro y, por otro lado, de los modos de leer. Históricamente, el libro ha sido hegemónico, pero también lo escritural como forma de lectura. Entonces, miramos sospechosamente al que no lee, como inculto, como retrasado, incluso como incivilizado.

Los bibliotecarios y las bibliotecas estamos llamados a promover y acercar a las personas al uso de la cultura escrita, para conocer otras posibilidades culturales y no para seguirle el juego a los medios de comunicación y al cine. Las grandes bibliotecas públicas en mi país están convencidas de que hay que facilitar el acceso a la cultura multimedia y audiovisual. Al lado del libro se encuentran discos, películas, relacionadas al tema.

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