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“La imagen es una pieza esencial y fundamental en la cultura digital”

La vida cotidiana en las grandes ciudades es eminentemente visual. Hoy, resulta casi imposible pensar en enviar un mensaje sin el apoyo de fotografías, ilustraciones, gráficos, emoticones o incluso memes. Esto complejiza los discursos e implica un aprendizaje de nuevas herramientas. El Dr. Edgar Gómez Cruz, especialista en etnografía y cultura digital, nos comenta sobre la capacidad conectiva de la imagen y su importancia en el desarrollo de una cultura digital.

  • Dr. Edgar Gómez Cruz
    Vice-Chancellor Postdoctoral Research Fellow en el Digital Ethnography Research Centre del RMIT, Australia
  • Texto:
    Sandra Huaringa
  • Fotografía:
    Fernando Criollo

¿Cuál es el lugar de la imagen en la cultura contemporánea?

Pienso que la imagen, cada vez más, es central en nuestra cultura. Me refiero a la imagen en el sentido más extenso. No solo la fotográfica sino también la presente en visualizaciones de datos, en mapas, en gráficos y en ilustraciones. Las imágenes también están posibilitando nuevas formas de hacer, por ejemplo, las impresoras 3D se basan en ellas. Muchos de los procesos actuales de creación de contenidos y conocimiento tienen a lo visual como algo central. En ese sentido, pienso que la imagen está convirtiéndose en una pieza esencial y fundamental en la cultura digital.

¿Cuál es la capacidad conectiva que tiene hoy la fotografía digital?

Uno de los elementos claves para entender la imagen digital es su capacidad de conectar, mediar, crear y movilizar personas, conocimientos, redes y sistemas de información. La imagen fotográfica análoga no tenía muchas de estas capacidades o no las tenía, al menos, en la misma escala.

¿Cómo nos integramos a una cultura eminentemente visual?

Existe una coconstitución de las formas culturales y las prácticas visuales materiales, una coconstitución entre las tecnologías y sus posibilidades técnicas, los discursos sobre lo que es posible, deseable y censurable y los usos que la gente hace de dichas tecnologías, eso es lo que entiendo como “prácticas”. En ese sentido, la relevancia que tiene, en estos momentos, la imagen está conectada no solo con su capacidad de expresión, sino también con su capacidad de conexión, con su capacidad de generar formas específicas, y de permitir y dar forma a ciertos imaginarios, ideas y posibilidades.

¿La imagen implica un tipo de comunicación reduccionista?

Creo que no es tanto la imagen como las formas de información que tenemos ahora con las redes sociales. El caso tristemente paradigmático es la elección de Trump, en donde la posverdad y las noticias falsas basadas en datos erróneos lograron reducir la capacidad de las personas de discernir. El problema es que tendemos a confiar y creer en estructuras que ya no vemos, que no controlamos ni conocemos, en algoritmos que están constantemente tomando importantes decisiones por nosotros. Vemos una noticia en Facebook y asumimos que es verdadera porque está hecha a la medida de nuestras creencias e ideología. Entonces, en esa línea, cada vez estamos menos expuestos a canales de información variados que son fundamentales para complementar nuestra capacidad crítica. El problema no es la imagen en sí, el peligro es dejar de ser críticos con las redes de información que tenemos acceso continuamente.

¿Qué sectores de la población están más cercanos a integrarse a la cultura digital?

No pienso, como se suele creer, que sean solo los jóvenes los más cercanos. En realidad, observo a una generación mayor haciendo uso de la imagen y participando activamente en el mundo digital. Por ejemplo, el otro día en un hotel había tres señoras de diferentes nacionalidades tomándose selfies. Para mí, fue fabulosa la visión de estas tres personas, entre 50 y 60 años, realizando las mismas prácticas que los jóvenes. Entonces, esta idea de que estos son los únicos que son “nativos” en la cultura digital hay que tomarla con cuidado y recelo. Es bueno darse cuenta de que los adultos y los adultos mayores también están siendo parte de esta cultura. Por ejemplo, Facebook prácticamente se ha convertido en una red para adultos y personas mayores. Los jóvenes se han mudado de plataforma.

¿Intervienen también las posibilidades de acceso a la información?

Sí, hay una cuestión de acceso que no solo tiene que ver con el uso de tecnologías, sino también con las posibles formas de utilizarlas para crear bienestar, que es un concepto que se está manejando últimamente. No se trata solo del acceso y saber usar las tecnologías, sino de lograr movilizar distintos capitales para que esta sean útiles para las personas, que les sirvan para crecer o tener mejores condiciones de vida.

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