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"El rock subterráneo es una forma de ver el mundo"

¿Cuál fue la importancia del rock subterráneo en el Perú? Ernesto Bernilla explica el origen e influencias del rock subterráneo en el Perú.

  • Ernesto Bernilla
    Egresado de la especialidad de Sociología

¿Cuándo nace el rock subterráneo en el Perú?

El rock subterráneo surge en la década de 1980 y, a pesar de la repercusión no solo mediática y su influencia en bandas posteriores, tuvo que autogestionarse. Esa propuesta de trabajo en particular no había sido desarrollada antes por colectivos o grupos musicales. En las dos décadas anteriores, el tipo de performance que predominó fueron las matinales en los cines. Cuando las matinales se acaban, las bandas no pueden generar sus propios espacios para transmitir su música. Lo que hace el rock subterráneo es generar su propio circuito musical sin productores ni mediadores entre ellos y el público. Esto genera un quiebre en la lógica de producción artística musical.

¿Por qué el rock subterráneo es tan atractivo para los jóvenes de esa época?

El rock subterráneo es básicamente una forma de ver el mundo, una manera de entender tu situación en la ciudad, una ética particular que cuestionaba tanto a Sendero Luminoso como al Estado. El rock subterráneo nace en Lima (empieza con Leusemia, que se forma en 1983) y termina en 1992, con la captura de Abimael Guzmán. Leusemia trae un sonido bastante innovador para la época, un sonido crudo, callejero, con el que otras bandas empiezan a ser influenciadas.

¿Cuáles fueron los antecedentes de esta corriente?

Si bien la primera camada del rock subte tiene claras influencias del punk y el hardcore inglés y norteamericano, como los Sex Pistols, The Clash, Ramones o Minor Threat, puede decirse que los subtes no tienen mayor vínculo con la tradición rockera nacional anterior a ellos. El rock subterráneo supuso una ruptura con lo hecho previamente. Esto ocurrió principalmente por desconocimiento: entre 1975 y el 1980 el rock nacional volvió a las catacumbas y su trabajo era desconocido por los subtes. Solo conocían a Los Saicos y pensaban que todos los demás grupos habían sido nueva oleros, cantaban en inglés o se había dedicado a hacer covers. Los subtes fueron la hora cero en rock nacional.

¿En qué espacios se desarrolló la movida?

No es cierto que el jirón Quilca haya sido el cuartel general del rock subterráneo durante los 80. La movida subte no estuvo siempre en los mismos espacios. Pero algunos de ellos duraron lo suficiente como para formar parte de la leyenda. Es el caso del Carnaby, una especie de pub en donde se realizó el primer concierto punk del país. Otro fue La Palizada, en donde se realizó un concierto donde se conocieron Gonzalo Farfán, Wicho García, Daniel F., Montaña; es decir, quienes formaron las bandas que darían inicio al rock subterráneo en el país. También está La Nave de los Prófugos, que se ubicaba en la avenida La Colmena; la Casa Hardcore, de Barranco; y el Hueco, de Santa Beatriz.

¿Cómo nace la idea de Se acabó el show: 1985, el estallido del rock subterráneo, libro que has editado con Mutante?

Había la necesidad de llenar un vacío en el conocimiento. Y por eso es que Carlos Torres (autor del libro) comienza a pensar en hacer una historia del rock subterráneo. Había muchas versiones de lo que había pasado en los 80. Como estrategia narrativa, él planteó una serie de entrevistas para luego cotejar la información con una serie de documentos de la época e ir armando la historia a partir de los relatos. Si ves el libro, está hecho a partir de entrevistas, que se intercalan y van construyendo una historia. Es un relato oral que se construye a través de la memoria.

¿Qué características destacaría de esta publicación?

Para empezar, es importante señalar que es el primer libro que se escribe sobre la historia del rock subterráneo. Se trata de una publicación muy visual. Hemos querido transmitir una experiencia con el libro. Nos preguntamos, cómo llevar la experiencia de la música a un soporte impreso. Entonces, la solución fue por el lado de la construcción de un documental gráfico. Es un libro-objeto, totalmente a color, con más 300 imágenes y 300 páginas. Quisimos reconstruir la precariedad que marcó la forma de producir arte en los 80, actualizándola.

Ernesto Bernilla ha editado el libro Se acabó el show, escrito por Carlos Torres. Próximamente estará disponible en la Librería PUCP.

Etiquetas:
musica
rock

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