Hace 30 años comenzó a trabajar como gestora y productora ejecutiva en puestas en escena, ¿cómo ha sido ese camino?

Es un trabajo duro, de muchos años tratando de posicionar y hacer valorar el trabajo del productor ejecutivo en la escena artística. Aún hay muchas compañías artísticas a las que les cuesta entender cómo es que un productor ejecutivo les va a salvar de muchos problemas, les va a ahorrar dinero y tiempo para dedicarse a hacer lo que quieren hacer: al director a dirigir, al actor o al bailarín a prepararse.

¿Por qué ha sido tan difícil entender este papel del productor ejecutivo para las compañías artísticas?

En primer lugar, es un tema económico. Ese sueldo que implica el trabajo de un productor, porque es un profesional, prefieren invertirlo en el vestuario o la publicidad, no lo ven como una inversión sino un gasto que no es prioritario. Por otro lado, porque el productor es una persona que cuestiona y busca hacer tareas de forma diferente, con otra metodología, y a muchos artistas no les gusta que les digas cómo hacer las cosas. Tampoco es que el productor tiene una actitud impositiva sino es un referente más, así como un escenógrafo sugiere hacer cambios en la disposición de la escena, yo puedo sugerir que del presupuesto reservemos una parte para una segunda producción, por ejemplo, y no nos quedemos en cero. Entonces hay artistas que no te aceptan eso, sienten que somos invasivos en el proceso creativo.

¿Este rechazo se debe a que la figura del productor es vista como la de un gerente?

Creo que el productor es un gerente, pero a diferenciar de otros rubros, tiene una sensibilidad artística que le permite trabajar en obras de teatro, de danza o musicales. Nuestro trabajo se trata de volver realidad tanto los sueños del artista como del empresario artístico, es combinar varios intereses y que el público quede satisfecho con el espectáculo. Eso va más allá de si le gustó la obra o no, pero que los detalles hayan estado impecables y para lograrlo tenemos que meternos en todos los ámbitos. Eso no siempre gusta.

¿Cuál es la diferencia entre un gestor cultural y un productor ejecutivo?

Hay muchas opiniones, pero la producción ejecutiva es una especialización dentro del ámbito de la gestión cultural. En gestión cultural podemos hablar de patrimonio, de fomento a la lectura, de museos. El productor ejecutivo está más ligado a las artes escénicas. Lo que yo siempre digo es que un gestor cultural no siempre es un buen productor, pero un productor sí debe ser un buen gestor. El productor es un especialista en la gestión de recursos económicos, materiales, humanos, técnicos. Debe hablar varios lenguajes, el de los actores, de los patrocinadores, de los medios de comunicación, del empresario.  Tiene que estar siempre un paso adelante para prever oportunidades o dificultades para la puesta en escena y por eso debe conocer las condiciones políticas, económicas, sociales y culturales, todo para facilitar el trabajo de los demás. Al final, somos mediadores de la escena artística.

Con respecto al tema educativo, ¿cómo ve que esta carrera del productor ejecutivo artístico esté creciendo?

Yo me he preocupado mucho por esto en mi país, en México, y con mi socia Silvia Peláez creamos hace 10 años una carrera de Producción de Espectáculos, destinada a crear productores. Ahora hay más universidades, incluso estatales, que dan esta carrera y esto se repite en todo el continente. Aquí, la PUCP tiene una especialización de Creación y Producción Escénica dentro de la Facultad de Artes Escénicas. Hemos hecho algunos aportes y sugerencias y creo que seguirá creciendo, es una profesión con futuro.