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“El hombre es un animal cultural gracias al proceso de evolución”

La evolución del cerebro humano ha sido estudiada desde diferentes perspectivas a lo largo del tiempo. El profesor Clark Barrett ha dedicado muchos años de estudio a dicha evolución, y se ha enfocado, de forma particular, en los procesos cognitivos del ser humano y en cómo algunos de estos pueden ser heredados.
Visitó la PUCP para compartir su trabajo de investigación sobre mecanismos culturales de transmisión genética. Barrett apuesta por que la cultura también puede ser hereditaria y una investigación de larga data avala sus teorías.

  • Clark Barret
    Profesor de Antropología Biológica de University of California, Los Ángeles (EE.UU.)
  • Texto:
    Katherine Subirana
  • Fotografía:
    Víctor Idrogo

¿A qué nos referimos con antropología evolutiva?

La psicología evolutiva y la antropología evolutiva se desarrollan alrededor de los componentes universales de los hombres y las culturas. La cultura es un producto de la evolución: así como hay especies en donde no existe cultura (como los primates), en el caso del homo sapiens, la evolución ha producido cultura. Los antropólogos biológicos consideramos que la cultura es parte de nuestra biología, y que es un producto de la mente y del cuerpo.

¿Hay algunos aspectos culturales que sean más fáciles de transmitir biológicamente que otros?

Sí y eso es lo que algunos de nosotros estamos estudiando. Por ejemplo, yo hago investigaciones con niños y cómo aprenden las cosas, y es cierto que aprenden unas cosas mejor que otras. Un ejemplo es el idioma: la lengua es algo que un niño aprende sin mucha pedagogía, es fácil, es espontáneo; en cambio, para aprender matemáticas, necesitan que les enseñen códigos y es más difícil. La capacidad de hablar es universal y es producto de la biología, pero es cultural también porque el idioma es producto de la cultura. El hombre es un animal cultural gracias al proceso de evolución; nosotros tenemos mecanismos en el cerebro que permiten que aprendamos lenguas, socialización, cooperación.

En su exposición habló de la cooperación como algo intrínseco. ¿Cómo se puede afirmar eso en una sociedad tan individualista?

Depende del contexto. Somos generosos en ciertas situaciones, como cuando es importante que alguien nos vea o queremos vernos como buenas personas. Por ejemplo, cuando uno camina por la calle y alguien está pidiendo dinero, muchas personas pueden pasar sin ofrecer nada. No digo que quienes no dan dinero sean malas personas, lo que quiero decir es que si yo, como científico, voy y le pregunto a una de esas personas que pasan de largo si daría dinero y cuánto, lo más probable es que lo haría porque se va a sentir observada. Lo que quiero decir es que es muy difícil ser generoso en un lugar donde se convive con tantos extraños.

Sin embargo, cuando se trata de una comunidad constituida como tal, la figura cambia. Por ejemplo, yo trabajo en comunidades indígenas en Ecuador, donde todos se conocen, y cuando alguien necesita comida, sin pedir incluso, las personas comparten entre familias y amigos, porque son gente conocida y también hay expectativas de generosidad en esa situación. En cambio, en el lugar urbano no nos conocemos y no hay esa obligación de dar cosas a cada persona que necesite. Esta convivencia urbana es un poco rara desde el punto de vista evolutivo. Vivimos en una ciudad con muchos extraños, cuando lo normal, evolutivamente, sería vivir en una comunidad donde nos conocemos y somos todos una familia. Los psicólogos evolutivos dirían que esa situación de vivir entre extraños es una novedad evolutiva.

¿Y qué ha significado esta novedad dentro de la evolución?

Es una pregunta que preocupa mucho ahora: si en verdad podemos, como especie, vivir en ciudades enormes, como Lima o Los Ángeles, cuando lo normal es vivir en pequeñas comunidades. Hay un gran debate al respecto, pero muchos –y me incluyo– pensamos que es porque tenemos normas sociales que son particulares para esa situación y son producto de una historia cultural. Pero esto significa que no todos vivimos bajo las mismas normas. Una persona que vive en una pequeña comunidad en la selva y va a la ciudad no va a tener las mismas normas y, tal vez, no va a saber cómo vivir en esa situación entre extraños. Quienes vivimos y crecimos en la ciudad aprendimos las reglas de vivir en esa situación.

¿Qué es lo más difícil al tratar de adaptarse a una cultura diferente a la propia?

Aprender las normas culturales. Pero la antropología biológica considera que los seres humanos tenemos la capacidad de aprender las normas culturales particulares de cada cultura.

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