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“El historiador siempre tiene que ser muy escéptico”

La España imperial es el libro de John Elliott que modificó, en medio de la dictadura franquista, la perspectiva que se tenía sobre la historia de España. Richard L. Kagan, historiador estadounidense, siguió sus pasos y se especializó en el estudio de la historia española y del mundo atlántico desde los relatos cotidianos. A continuación, comparte su opinión sobre el estudio de la historia a través de fuentes, como cartas, diarios, pleitos y litigios.

  • Richard L. Kagan
    Profesor Emérito en Johns Hopkins University
  • Texto:
    Sharún Gonzales

¿Cree que influye su nacionalidad estadounidense en la perspectiva que tiene para estudiar los procesos entre España y sus colonias?

Creo que me coloca en una situación más bien objetiva. Es curioso porque para mí no es una cuestión de identidad. No estoy tratando de defender a los españoles o criticarles. Estoy tratando de entender lo que ocurrió y por qué, así como los resultados. Para mí, es un escenario de información por el que tengo un interés particular. A lo largo de mi carrera de historiador, normalmente, no he tratado temas de guerras, luchas o conquistas. No es mi tema. He estudiado otros temas que ocurrieron dentro de este mundo, como la historia de las universidades, historia de los pleitos e historia del arte y cartografía, etc.

¿Es posible estudiar la historia desde la literatura?

Hay mucha gente que estudia la historia como  literatura. Es posible también, como yo prefiero hacer, entender el papel político de la historia y el público. ¿Quién leía esa historia? No fueron obras de alta divulgación. Hubo un público cerrado tanto en España como en Perú. Gente llegó de España con ejemplares para gente culta en Lima, Ciudad de México o Bogotá. Hubo una cierta distribución, porque la historia era un género que mucha gente apreciaba leer o escuchar, porque poca gente leía. Entonces era leída a ellos, y a ellos les encantaban los relatos de las batallas y encuentros navales. Es como hoy en día: a la gente le encanta la historia militar. No entiendo por qué.

En un principio, la información era para algunos. ¿Cree que ahora el acceso a la información es más democrático?

Y hay más memorias que podemos recordar o analizar. Es un desafío muy difícil para los historiadores de época contemporánea. Nosotros, como historiadores de otras épocas, estamos buscando fuentes, memorias pasadas que no están en las historias oficiales como las de mis cronistas. Me encanta encontrar diarios, notas, cartas, donde la gente recuerda algo que ocurrió. Esta red de pequeñas memorias, muchas veces, se puede hacer de esos varios hilos, pero no es nada fácil. Normalmente, no sabemos mucho pero es muy interesante intentar entrar en este mundo.

Se trata de un relato desde la cotidianidad…

La historia oficial solía tratar de los grandes acontecimientos. Luego, escribir desde las cosas personales se convirtió en campo de estudio. Esta vida cotidiana es muy difícil de reconstruir en las obras históricas, pero hay otras fuentes como diarios, o pleitos y litigios. Un pleito, un caso criminal es una historia, donde hay dos memorias, la del delincuente y la del acusador. Cuando leemos los pleitos, los textos de los delitos, somos como jueces mirando esos datos. Afortunadamente, esas fuentes legales existen aún hoy en día y podemos, o tenemos que, hacer más con esos datos. Utilizar estas fuentes para reconstruir la historia más cotidiana. No es nada fácil, necesitas paciencia porque no todos los casos son tan interesantes.

¿Es importante cuestionar siempre las historias oficiales?

El historiador siempre tiene que ser muy escéptico. La regla número uno es que, cuando se lee una cosa, hay que dudar. ¿Por qué está escribiéndolo de esta manera? ¿Que está tratando de realizar? ¿Qué está tratando de defender o criticar? Hay que entender quién es el escritor, dónde está ubicado dentro de la red de intereses, para quién trabaja. Es muy importante hacerse esas preguntas. Es una regla que yo transmito en la docencia. Enseño a los alumnos que no se pueden fiar en lo que leen. Es muy difícil ahora porque estamos expuestos a tal cantidad de información, en la red por ejemplo, en Facebook. Hay que entenderlo y ser escéptico. La gente no busca criticar demasiado. Los historiadores muchas veces son criticados porque cuestionamos las grandes narrativas de cada país. Tenemos que mirar a mucha gente olvidada, los cambios en el país o el nivel de progreso que generalmente es para algunos y no para todos, como ves aquí en Lima.

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