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"Solo se me ocurren cosas con el lapicero en la mano"

De un estilo único y autor de numerosas obras, el escritor y traductor argentino César Aira es considerado uno de los más importantes novelistas latinoamericanos de este tiempo. No tiene consejos para los escritores y está convencido de que las personas que tienen vidas interesantes no necesitan escribirlas, como sí hace él.

  • César Aira
    Escritor y traductor argentino.
  • Texto:
    Miguel Sánchez Flores
  • Fotografía:
    Mario Lack

Dicen que eres el raro de los raros de la literatura latinoamericana. ¿Estás de acuerdo?

Si un escritor no es raro, entonces, ¿qué es?: convencional y previsible. Un escritor, de por sí, debe tener algo de raro para que exista. Lamentablemente, al público le gusta justo lo convencional, lo previsible. Quizá por eso, mis libros no se venden tanto y solo son comprados por gente extravagante.

Sin embargo, siempre dices que prefieres leer los clásicos.

Pero, ¿quiénes más raros que ellos? Yo no leo casi nada de actualidad porque siento que hay tanto por leer entre los clásicos. Piensa en qué puede ser más raro que meterse en lo subterráneo del infierno o subir a la montaña del purgatorio en La divina comedia.

¿Sientes que las nuevas generaciones de lectores son irreverentes con los clásicos?

Creo que es una falla de la enseñanza universitaria de la literatura. Se pone mucho énfasis en lo actual. Hace poco, un profesor colombiano me contaba que no leía a los clásicos en sus clases por el temor de quedarse sin alumnos. Ahora se prefiere leer a Bolaño que a Garcilaso de la Vega.

¿Qué tipo de lecturas propondrías?

Me gusta la libertad de la elección, que cada uno lea lo que quiere y que cada cual lea si quiere. Hay tan poca libertad en el mundo contemporáneo, que se hace necesario preservar la literatura como un campo opcional. También se puede ser feliz sin leer.

Tus historias nunca son convencionales. ¿Cómo es que nacen?

En general, a partir de dos cosas. La primera es una idea. Un juego intelectual, al modo de Borges, que consiste en encontrar alguna paradoja de la lógica, algo especial intelectualmente. La otra tiene que ver con un lado más afectivo. Muchas de mis novelas son como una especie de homenaje a personas, lugares. Son como monumentos escritos. Por eso, no me basta la idea, también necesito esa topología especial que es afectiva. Por ejemplo, en mi novela Los Fantasmas, la idea intelectual es cuánto hay que pagar en la vida, entonces, se me ocurrió hacer una fábula de un pago extremo. Pero, a su vez, la historia necesitaba del entronque afectivo. Yo, en esos años, había descubierto Chile y había encontrado gente que me había gustado mucho, entonces, quise hacer también con esa novela un homenaje a los chilenos. Es por eso que los personajes de esa novela son integrantes de una familia chilena.

¿Cómo haces para escribir tanto en tan poco tiempo?

Al contrario, escribo muy poco, apenas un rato por las mañanas todos los días. Hay dos cosas que colaboran con esa sensación de que escribo mucho: que todo lo que escribo, lo publico; y, lo más importante, que me gusta escribir.

¿No sufres, como muchos, por la dificultad de escribir?

No, por el contrario, disfruto. Por ejemplo, cuando viajo y estoy fuera de mi rutina, me falta algo, me falta ese rato por la mañana en el que me siento en un café y escribo. No necesito escribir mucho, me basta con una página o dos, eso me tranquiliza.

Da la impresión de que tienes siempre buena relación con las editoriales. Tus libros no solo se publican bajo un sello, sino en varios.

Mi relación con los editores es buena porque sé que conmigo pierden plata, así que siempre les estoy agradecido. Siempre me gustaron las editoriales donde puedo hablar con el editor. Me sorprende eso de que las grandes editoriales no puedan gastar un peso más para pagarle a un editor que realmente le guste la literatura.

¿Tienes alguna manía de escritor?

No. Cada escritor lo hace distinto. Por eso es tan inútil y hasta peligroso dar consejos de cómo escribir. Cada uno se tiene que inventar su propia técnica, que nunca será igual a la de otros. Recuerdo que Hemingway, una vez, dijo que un escritor nunca debía dejar el escrito cuando se le acababan las ideas, sino, al contrario, que había que dejar de escribir cuando uno creía saber hacia dónde iba la historia.

¿Cómo es tu proceso creativo?

Yo escribo solo cuando escribo. Nunca puedo pensarlo por anticipado. Salgo mucho a caminar y la gente me dice: “en las caminatas se te ocurrirá algo”. Pero no, solo se me ocurren cosas con el lapicero en la mano.

El Perfil

Nombre: César Aira
Nacionalidad: Argentino

¿Para qué nos visitó?

Evento: “La autoficción en América Latina”
Organizadores: Departamento de Humanidades, la Facultad de Letras y Ciencias Humanas, y la Maestría en Literatura Hispanoamericana de la PUCP.

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