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Atrapados en la mina: Sobre los 33 mineros en la mina San José en Chile

El accidente reciente en la mina San José en Chile, en el que un derrumbe dejó atrapados en el interior, a más de 600 metros de profundidad, a 33 mineros, ha ocasionado diversas reacciones.

  • Ing. Mario Cedrón Lassús

Por un lado, los tradicionales opositores y críticos de la minería no han perdido la oportunidad para decir que el accidente es una nueva demostración de lo irresponsable y peligrosa que es la actividad minera. Los más sensatos han enfatizado lo contrario. En primer lugar, la manera responsable como se ha encarado el problema, con el presidente de Chile dejando de lado importantes deberes tanto inherentes a su alto cargo como personales -acompañar a su esposa en un momento de dolor tras la pérdida de su padre-, para ir personalmente al lugar del accidente, junto con sus más cercanos colaboradores del sector minero, a tomar difíciles decisiones, como optar por ordenar o no el ingreso de las brigadas de socorristas a través de socavones semiderruidos con riesgo de derrumbarse aún más. Igual ha sido el manejo por parte de las autoridades chilenas, carabineros y la empresa minera en relación con los medios de comunicación y sobre todo con los familiares de los mineros atrapados y la reacción general de júbilo de la población del vecino país al saberse que los mineros seguían con vida.

La rapidez de respuesta de las brigadas de rescate que, en tiempo record para las condiciones del accidente, con una roca difícil de perforar y a una profundidad de casi 700 metros, han logrado ubicar con precisión el refugio en el que se encontraban los mineros y perforar un agujero a un ritmo de 50 metros diarios. Pero sobre todo la actitud valiente y heroica de los 33 trabajadores mineros atrapados en las entrañas de la Tierra, que han logrado sobrevivir más de dos semanas con alimentos que alcanzarían, cuando más, para tres días de no racionarse. Lejos de amilanarse, buscaron recursos para proveerse de agua y luz, establecieron turnos de vigilancia en previsión de nuevos derrumbes y, cuando fueron contactados, respondieron con un coraje que demuestra su alta moral.

Toca ahora mantenerlos con vida a través de ese cordón umbilical que es la pequeña perforación de centímetros de diámetro que los conecta con la superficie, en tanto se realiza otra excavación de unos 60 cm de diámetro para extraerlos en una pequeña jaula uno a uno, con la seguridad de que el jefe de turno, Ing. Luis Urzúa, de 54 años, cumplirá con la tradición minera de no abandonar el lugar hasta que no haya salido el último de sus hombres. Queda aún no menos de dos meses, tal vez tres, antes de que los mineros puedan disfrutar nuevamente de la luz del día. El trabajo de excavación es arduo aunque se utilice lo último en tecnología minera. No existe precedente de rescate minero de igual magnitud. El más cercano es el de los nueve mineros de la mina de carbón Quecreek, en Pennsylvania en el 2002, que quedaron atrapados a setenta metros de profundidad y fueron rescatados tres días después uno a uno en una jaula a través de una perforación similar pero mucho más corta y en terreno mucho mas suave a la que se viene realizando en Chile.

Es esta una oportunidad para manifestar que la actividad minera formal es segura. No está libre de accidentes, como no lo está la construcción civil con trabajadores que mueren en accidentes por derrumbes o por caídas desde alturas, o técnicos con experiencia que se electrocutan, o miembros de las Fuerzas Armadas que fallecen en entrenamientos. La minería es más segura que la aviación civil o el transporte terrestre en términos de accidentes por horas-hombre trabajadas, y posee una frondosa normativa de seguridad. De hecho, en el Perú se acaba de promulgar el nuevo reglamento de seguridad minera que actualiza el anterior, y se cuenta con un instituto de seguridad minera (ISEM) que preside un ex alumno de minas de la PUCP y que realiza una excelente labor de capacitación. Cada mina cuenta con una brigada de rescate minero bien equipada y entrenada, al punto que compiten con éxito en concursos internacionales de rescate minero como la brigada de la mina Cobriza que se adjudicó el primer puesto en los Estados Unidos el año pasado. Nuestros alumnos de Ingeniería de Minas reciben un entrenamiento similar al de las brigadas de rescate en el curso Seguridad Minera y Control de Pérdidas. Cada uno de ellos está preparado para enfrentar casos serios de accidentes en minas. Más aún, parte de su capacitación consiste en reportar semanalmente actos y condiciones inseguras en el campus universitario que luego son reportadas para evitar su repetición. Finalmente, cabe agradecer al Señor el haber escuchado las oraciones de miles de mineros a lo largo y ancho del planeta, que al conocerse el accidente elevaron sus plegarias en solidaridad con los hermanos mineros chilenos.

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