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“Los académicos tienen una responsabilidad adicional en el proceso de construcción de instituciones”

La enseñanza de la ciencia política tiene sus propias características dependiendo de si se trata de un país norteamericano o latinoamericano. La profesora Ana María Bejarano tiene la experiencia de enseñar en Canadá y además ser especialista en temas Venezolanos, por lo que conoce las características e implicancias del estudio de la política.

  • Ana María Bejarano
    Docente de la University of Toronto (Canada)
  • Texto:
    Susana Navarro
  • Fotografía:
    Víctor Idrogo

A nivel institucional, ¿Cuál es la principal diferencia entre la enseñanza de ciencia política en Norteamérica y Latinoamérica?

La enseñanza de las ciencias políticas en Latinoamérica es parecida a lo que pasa en el norte, pero igual hay diferencias importantes. Una es que en América Latina, los pregrados son quizás mejores que en Norteamérica, el egresados de un programa de pregrado aquí es normalmente una persona que al terminar la carrera ya es un profesional que puede cumplir diversas funciones en distintos campo. De otro lado, en Norteamérica los programas son más cortos y no se espera que la persona pueda ejercer una profesión, sino que luego debe hacer un posgrado en otra cosa. La mayoría de mis estudiantes en Canadá hacen ciencia política de pregrado, luego se van a derecho, allá ese es un posgrado. Además, están los recursos de investigación, definitivamente en Latinoamérica es limitado, mientras que en el norte circula más información.

En lo profesional, ¿Cómo se desarrollan tanto en el norte como en el sur?

Algo fundamental es ver cómo los profesores y académicos en general viven su profesión. En el norte se trabaja en una torre de marfil, la gente trabaja en ciencia política tratando de resolver problemas teóricos, usando herramientas muy sofisticadas de recolección y análisis de información, pero sin ninguna conexión necesaria con la realidad. La academia norteamericana no tiene vínculos con la vida pública o incluso no se da el caso de dar clases de ciencia política y escribir en los periódicos o que participe en política de alguna manera, eso allá es muy raro. Se entiende que hay una barrera muy clara entre la vida pública y política, y la vida del intelectual o académico de la Universidad, son dos mundos que raramente se tocan. En Latinoamérica, es muy mezclado, hay una puerta giratoria entre lo uno y lo otro, los intelectuales participan en política, los políticos opinan, responden en la prensa, etc.

¿Cuál es la ventaja de los dos sistemas?

Allá la ventaja es que tienes el tiempo y el espacio mental para pensar problemas de largo plazo que no están necesariamente ligados a la coyuntura o a las urgencias del último minuto, pero al mismo tiempo también puede producir una academia muy desligada de la realidad, o sea te ocupas de resolver tus problemas académicos y no te importa nada lo que está pasando. En Latinoamérica creo que hay una academia mucho más preocupada y vinculada con la vida pública, mucho más relevante en términos de propuestas y discusiones y debates públicos que le interesa a la ciudadanía en general y no son puramente ejercicios intelectuales; pero también se corre el riesgo de la politización, de que si eres un intelectual publico vinculado con un proyecto político, entonces cruzas la línea, se vuelve difícil optar una posición de distancia y de apreciación de todo el panorama político sin tomar una postura algo que aquí es más difícil. En la academia latinoamericana sigue predominando la imagen del intelectual público, comprometido, metido en la vida pública del país, eso en Norteamérica no existe.

¿Cree que en Latinoamérica sería mejor que las ciencias políticas no estén tan vinculadas a la política diaria?

Los sistemas políticos son distintos y las instituciones políticas están mucho más institucionalizadas. Allá hay una serie de instituciones que funcionan independientemente de lo que los intelectuales digan bien o mal, mientras que aquí estamos en proceso de construcción de esas instituciones que son mucho más precarias, inestables y por eso también la intelectualidad tienen una responsabilidad tan grande. Si en Norteamérica los intelectuales se despreocupan y hacen otras cosas, las instituciones siguen igual. Aquí no, porque mal que bien, por las desigualdades típicas de nuestras sociedades, los académicos tienen una responsabilidad adicional en el proceso de construcción de las instituciones, son parte de la elite, no necesariamente una elite social pero si de una intelectual, y no es que te puedas desentender fácilmente, varios son líderes de opinión, hay una conexión más fuerte entre la academia y la sociedad en nuestros países.

Tomando el caso de Venezuela, que sufre una gran polarización, ¿Cómo hacer ciencia política en dicho país?

En un ambiente de polarización tan agudo es muy difícil decir cualquier cosa que no te ponga en la mira de unos o de otros. Tengo muchos amigos en Venezuela que están participando muy activamente en el debate de lo que está pasando, pero indudablemente hace el trabajo académico prácticamente imposible. Es muy difícil hacer estudios relativamente imparciales, neutrales, en este ambiente y falta ver cómo se va a resolver esta situación y qué va a pasar con la universidad venezolana. Sin embargo, todavía algunos están involucrados de manera muy activa, son personas que están muy metidas en la discusión pero su trabajo no es fácil y cada vez se pone peor.

¿Cuándo es posible que la academia se separe de la política?

La separación se produce porque la política en Norteamérica tiene un grado de estabilidad y autonomía tal, que no requiere del involucramiento de los intelectuales y al mismo tiempo estos se pueden dar el lujo de desentenderse de la política cotidiana porque saben que las instituciones están funcionando y son estables. En Venezuela, y en la mayoría de nuestros países, esa condición no se cumple, lo que está en juego es la supervivencia misma de la institucionalidad y no te puedes desligar al menos que decidas estudiar alguna cosa totalmente irrelevante para la sociedad, pero es difícil apartarte de una realidad que toca hoy en día a todo el mundo. Muy valientemente los académicos allá están comprometidos en tratar de buscar solución a una situación que no es fácil.

El Perfil

Nombre: Ana María Bejarano

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